Canoa, 45 años después

Daniel Hernández / @danherc

El Sol de Puebla, 18 de septiembre de 1968

Tenía siete meses de edad cuando su padre fue asesinado de un hachazo en la cabeza, su madre escapó con ella y sus tres hermanos tirándose a una barranca esquivando así un disparo, aunque muchas veces pensó en la venganza, ahora asegura que todo lo deja en las manos de Dios.

Éste sábado su tragedia cumple 45 años, es la única de la familia que vive en San Miguel Canoa y aunque no tiene recuerdos de los hechos, conoce perfectamente la historia del linchamiento de cinco trabajadores de la BUAP el 14 de septiembre de 1968.

Se llama Guadalupe García Arce y es quien aparece en los brazos de su madre en las fotos de los periódicos de la época, estaba en la agencia del Ministerio Público en donde rindió su declaración sobre los hechos.

La casa que durante cuatro décadas guardó las huellas del linchamiento, que cobró la vida de su padre Lucas García García y a tres trabajadores de la BUAP, fue derrumbada por los nuevos dueños del inmueble.
La propiedad fue vendida a causa de problemas familiares causados después de una visita a la zona de un periódico local.

Guadalupe García, aseguró que su madre sabía quienes participaron en el linchamiento en el que fue asesinado su padre, sin embargo abandonó los procesos legales pues la amenazaron de muerte y fue perseguida por pobladores de Canoa para evitar que los delatara.

En la nota publicada en el Sol de Puebla el 18 de Septiembre de 1968 la mujer señaló: “No habían hecho nada esos muchachos para que los mataran así.

La nota señala que la mujer, a pesar de que no hablaba bien el español, describió perfectamente cómo ocurrieron los hechos, incluso señaló a los participantes.

Entrevistada por Milenio Guadalupe narró que cuando era niña muchas veces deseó haber nacido hombre para vengar la venganza de su padre:

“Cuando era niña decía: como no fui hombre para desquitarme igual, a veces yo digo, si se puede, pero pensándolo bien a lo mejor es mi madrina o mi tía tal vez metieron las manos con tanto susto es lo que mi madre llegó a conocer”

Sin embargo ahora todo lo deja a la justicia de Dios: “Me dijo sus nombres, ahorita ya están muertos, había señoras, señores de la tercera, de la quinta, todo lo conozco algunos que si todavía ahí andan. Pero como diciendo ya ahí Diocito se los cobrara con sus hijos con sus nietos no sabemos cómo, pero a Diocito se lo dejamos”.

Para ella la causa del ataque tuvo como móvil una venganza del sacerdote Enrique Meza Pérez y otros miembros de la comunidad contra su padre quien no se dejaba de los abusos del clérigo: “Quería mandar en el pueblo y mi padre nunca se dejó y lo querían quitar de su camino, yo pienso así”.

A 45 años de la tragedia aún se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda los hechos, pues los pobladores de Canoa la privaron de conocer a su padre: “Mi padre a mí me lo quitaron, gracias al pueblo, nosotros nos quedamos sin nada”.

Su madre le contó que a los jóvenes los conocieron cuando llegaron al Pueblo pidiendo alojamiento en la iglesia, la presidencia en donde se los negaron.

Y posteriormente fueron alentados, principalmente por Meza Pérez, para que fueran a agredir a los excursionistas, acusándolos de ahí perdieron la vida los trabajadores Ramón Gutiérrez Calvario, Jesús Carrillo Sánchez y Odilón Sánchez Islas.

Y sobrevivieron Julián González Báez, quien perdió cuatro dedos, Roberto Rojano Aguirre y Miguel Flores Cruz quien hace unos años falleció.

Narró que cuando tenía 10 años conoció a los sobrevivientes del linchamiento quienes le pidieron disculpas pues se sentían culpables por la muerte de su padre: “Pues si ustedes dicen que son culpables ¿pues qué hicieron?” – les preguntó-

Julián le contó la historia de lo ocurrió ese 14 de septiembre, sin embargo para ella sólo quedó el dolor de no conocer a su padre.

Guadalupe mantuvo contacto con los sobrevivientes incluso sus familiares le avisaron cuando falleció Julián González Báez aunque no pudo asistir a su funeral por problemas de salud.  

Aunque se dictaron más de 17 órdenes de aprehensión todos recuperaron su libertad en meses y años posteriores, los principales instigadores del linchamiento como el sacerdote nunca se presentaron a declarar, aunque por versiones de diversos testigos se señalaron a 83.

En su declaración ministerial y en la entrevista publica en el Sol de Puebla el 17 de septiembre, Rojano Aguirre acusó directamente al sacerdote de Canoa Enrique Meza Pérez por incitar a la gente a lincharlos:

 “Exijo que se haga justicia y señaló, directamente como autor intelectual de los ocurrido al padre de San Miguel Canoa. Por lo demás la versión dada por la Voz Dominical corresponde y se apega absolutamente la verdad”.

Y es que en la primera nota sobre los hechos el Sol de Puebla dio por cierta la versión de que se trataba de comunistas delincuentes y titularon la nota: “Trataron de Izar una bandera rojo y negro y fue la consecuencia”.

Guadalupe Arce señaló que aunque hay gente que asegura que el sacerdote Enrique Meza hizo muchas cosas por el Pueblo esa versión es falsa pues tenía ocho meses en Canoa y dejó la comunidad tal y como la encontró.
Después de lo cambiaron de iglesia y en Canoa no se volvió a mencionar el nombre del padre Enrique Meza.

Ser o parecer estudiante era
lo mismo que ser delincuente



Rafael Velasco Olivier, fue el primer reportero en llegar a Canoa la madrugada del 15 de Septiembre y entiende los hechos en el contexto nacional en el que ocurrieron, en donde los medios de comunicación y la política gubernamental criminalizaban a los jóvenes y especialmente a los estudiantes.

Desde su despacho, Velasco Oliver recuerda que el 14 de Septiembre de 1968 estaba de guardia en la única delegación que existía en la ciudad, en la 7 Norte y 12 Poniente,  en donde se reunían los reporteros policíacos de la época.

Charlaba con su compañero Oscar Alarcón Lozada, reportero de El Diario de Puebla, cuando empezaron a salir las patrullas, ambulancias y camión en el que llevaba a los uniformados parados a los costados que era conocido como “El Esqueleto”, era momento de empezar a trabajar.
Alarcón Lozada  esperó a su compañero fotógrafo y le avisó a otro de sus amigos, el corresponsal de Excélsior, Manuel Sánchez Pontón a quienes encontró horas después en Canoa.

Presenció la negociación del comandante a cargo del grupo de policías con pobladores para que permitieran la atención médica de los heridos y el levantamiento de cadáver de los empleados de la BUAP.

Entró junto con la policía, la única forma de acercarse, recorrieron el pueblo, los habitantes y que participaron en el linchamiento estaban en el zócalo de la población y otro grupo frente a la iglesia que comandaba Enrique Meza Pérez.

Recuerda que en el puente de Canoa estaban dos cadáveres y logró ver al tío de Guadalupe Arce , Pedro García quien llevó a los empleados de la BUAP a la casa de donde que fueron sacados y quien era dueño de la tienda en donde compraron víveres.

Después de un rato la población se tranquilizó y permitieron la entrada de la Cruz Roja para la atención de los heridos y la Cruz Verde para llevarse a los muertos.

Recuerda que la nota no tuvo mayor relevancia en los medios locales y nacionales, él mandó la información para El Sol de Puebla y Novedades:

“Después se hizo la nota a nivel nacional no le dieron mucha importancia la metieron en un espacio muy pequeño y en interiores, nunca vieron la trascendencia que eso tenía hasta tiempo después”.

Las acusaciones del linchamiento caían sobre Meza Pérez, por lo que su jefe de información Joaquín Rodríguez Pérez le pidió que regresaran a Canoa a entrevistar al sacerdote.

Recordó que el cura negó su participación en los hechos: “fui con el fotógrafo Arturo Fortis,  llegamos allá y entrevistamos al cura,  a Don Enrique Meza, una entrevista de dos o tres minutos. Cruzamos dos tres palabras con una de las gentes del pueblo y por prudencia nos alejamos”.
Velasco Oliver señaló que el sacerdote no se mostró nervioso y simplemente dijo que no tuvo nada que ver: “Que él no había sido, que simplemente tocaron las campanas y no tenía nada que ver en el asunto y san se acabó, no nos dijo más”.

Sobre Meza Pérez señaló que poco se supo de él y aunque se difundieron entrevistas sobre el Velasco Oliver aseguró que sólo habló una vez después de más de 15 años de los hechos:

“Después el cura fue removido de Canoa  como al año y lo mandaron a Huajuapan de León mucho periodistas decían que habían hecho la entrevista en Huajuapan de León con él y se tejían historias ficticias en periódicos nacionales, no fue cierto, el único que pudo entrevistar al cura 16 o 17 años después fue Don Carlos Sevilla Solórzano que durante mucho tiempo fue el director del Sol de Pachuca hizo un reportaje extraordinario”.

Ya entrado en la entrevista, Velasco recuerda un hecho, que a la distancia, consideró pudo haber marcado la historia de Puebla y el país pues, considera que la tragedia del 2 de Octubre pudo adelantarse.

Y es que durante el funeral de los empleados, el 17 de septiembre de 1968,  los féretros los cargaron por las calles por estudiantes de la BUAP encabezados por el rector y el consejo universitario que caminaba por la 3 norte.

Mientras que la 3 Oriente una columna militar de más de 100 soldados iba a chocar con los estudiantes en la esquina de la Catedral, sin embargo de último momento el Ejército Mexicano desvió el curso de su marcha hacia la 5 de Mayo:

“Estábamos observando desde las oficinas de Novedades de Puebla que estaba en la planta alta del Portal Morelos 112, desde la ventana vimos el incidente, que en su momento fue sobrecogedor, pensamos que iba ser una masacre. Años después, reflexionando pensamos que el 2 de octubre se iba adelantar, pero también pensábamos que era un ataque directo, una represión a una de las universidades afortunadamente no se dio en Puebla.

La narrativa de Velasco Oliver cobra importancia si se recuerda que en la primera secuencia de la película, “Canoa”, del director Felipe Cazals, es exactamente esa misma anécdota.
A 45 años de distancia de la tragedia que marcó a esa comunidad el ex reportero de la fuente policíaca consideró que los hechos se dieron en medio de una criminalización de los jóvenes y de la protesta estudiantil alentada por los medios de comunicación.

Y parafraseó el dialogo de la película del director Jorge Fons, Rojo Amanecer, en la que el personaje que interpreta Demian Bichir dice: “En esta época es peor ser estudiante que delincuente"

Por lo que Velasco señaló: “Eras estudiante en aquella época eras delincuente no había más, la publicidad oficial estaba precisamente para eso, los que no apoyaban a la iglesia y al gobierno eran comunista, es una frase muy interesante”


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